jueves, 3 de abril de 2014

Finanzas y fútbol: win win

A siete jornadas del final de la liga de fútbol española, y con un Atlético de Madrid liderando la tabla, muy seguido de cerca, tan solo a un punto, por el Barcelona y a tres puntos del equipo de los galácticos, cabe preguntarse: ¿cuándo esperan que se resuelva este sprint final todos los agentes intervinientes en la liga, desde la afición (aunque no lo sepa), hasta los clubes, todas aquellas empresas de publicidad, televisión y apuestas que siguen muy de cerca esta competición?

La lógica financiera no está tan alejada, como así parece, del mundo real y del ámbito futbolero, por lo que vamos a utilizar un ejemplo sencillo dentro del mercado financiero. Cualquier inversor sabe que si invierte, por ejemplo, en una opción financiera sobre acciones de una determinada entidad, el valor de la misma se subdivide en dos componentes: un valor puramente ligado a la situación actual de dichas acciones en el mercado (valor intrínseco), mayor que cero si la opción merece la pena de ser ejecutada, y un valor que depende del tiempo que medie hasta que dicha opción financiera sea ejercitable (valor temporal).

Supongamos que el inversor compra una opción de venta sobre acciones de una compañía. Cuanto más baje su precio respecto al precio de ejercicio marcado en el contrato de opción, más gana el inversor. El valor de esa opción sobre acciones lo podemos medir en cualquier momento durante la vida de la misma. Si lo hiciéramos ahora y viéramos que el precio actual de las acciones en el mercado se encuentra efectivamente por debajo del precio de ejercicio de la opción, la opción tendría un fuerte valor intrínseco, ya que el valor de la opción está fuertemente correlacionado al valor presente de la acción. Asimismo, añadiríamos un valor adicional por el periodo remanente que falta para su ejercicio y que mediría el valor residual del efecto tiempo, que no hay que despreciar pues la teoría económica demuestra que si es posible ejercitar la opción a su vencimiento en vez de manera anticipada (en el caso de las opciones americanas), se podría maximizar de tal manera su valor.

Volvamos al fútbol. Podemos suponer que el valor económico de la liga de fútbol se maximiza en caso de que hasta el último partido no se decida quién es el ganador. Solo hay que pensar en que en cuanto haya un campeón claro de la competición, todo el negocio (publicidad y audiencias, apuestas, etc.) posterior a ese momento desaparece. En tal sentido, el valor de la liga tienen un fuerte componente intrínseco, debido a que ningún equipo de los tres anteriores, de momento, se ha descolgado, y tiene un cierto componente de valor temporal, mayor cuantos más partidos sean necesarios para dilucidar el resultado final y que, ahora mismo, son hasta siete.

Como vemos, tanto el resultado que generaría la opción adquirida por el inversor de nuestro ejemplo, como el resultado final de la liga de fútbol, son sucesos aleatorios sobre los que sus intervinientes no tienen, en principio, todo el poder para manejar el resultado final. El mercado manda. Pero imaginemos que el inversor de nuestro ejemplo es asimismo un accionista poderoso de la compañía sobre la que gira su opción de venta. Si el precio de las acciones se encuentra por debajo del de ejercicio de su opción, y el inversor decide vender en el mercado un paquete suficientemente grande de acciones en fechas inmediatamente anteriores o en la fecha de vencimiento de la opción, potenciará, muy posiblemente, una caída del precio de las mismas, aunque quizás solo en el muy corto plazo, pero lo suficiente para generar un gran beneficio por la ejecución de la opción de venta. En cualquier caso, es difícil que renuncie a ejercer toda su influencia sobre el precio final de las acciones, dado que del mismo dependen los resultados que cosechará en el posible ejercicio de su opción.

Al igual que en el mercado financiero, en el mercado que rodea al fútbol, se busca, como es lógico, la maximización de valor. Si éste es el objetivo último, ¿por qué no pensar que todos los intervinientes (anunciantes, emisoras de radio y televisión, casas de apuestas, etc.) en el mismo van a poner todo de su parte para que suceda aquello que les genera el mayor rendimiento? Es decir: que la liga se decida en el último partido. ¿Por qué se va a perder alguna semana de ingresos cuando ya quedan tan pocas? Su única limitación a forzar lo anterior es, como todo en economía, el comportamiento humano: los jugadores. Ganar es el lema, no hay tanta diferencia en los mercados y en el fútbol, ya sea en el parqué de las bolsas o en el césped de los terrenos de juego, pero no solo ganar, sino también ganar en el final y hasta el final.

(Artículo coescrito con Zaira Melero).

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