sábado, 23 de marzo de 2013

Un 'reality show' financiero

Lo de Chipre no deja de ser un espectáculo, un reality show: el show de Truman de unos depositantes atrapados en una isla. Los demás asistimos con morbo a lo que está ocurriendo desde el otro lado de la pantalla y reflexionamos y discutimos acerca de todos los aspectos del problema: lo que debe sentirse, si es justo, que haríamos si nos tocara a nosotros…pero en el fondo tenemos la íntima satisfacción de que eso no puede ocurrir aquí, porque la realidad es grande y compleja, y lo de Chipre no deja de ser un plató de televisión, un gran escenario donde se experimenta lo que podría sentir una población que ve peligrar sus ahorros.

Las soluciones para la banca chipriota han variado desde un mal llamado impuesto sobre los depósitos, que no es sino un canje obligatorio de depósitos por acciones de los bancos, como modo de reforzar la maltrecha solvencia de estos, hasta la posibilidad de crear dos bancos: uno solvente con los activos buenos y los depósitos por los importes garantizados, y otro insolvente con los activos malos y la parte no garantizada de los depósitos para, a continuación, liquidar dicho banco y ver que se puede pagar. Un espectáculo de creatividad e improvisación sólo superado por la creación precipitada del euro en su día.

¿Quién ha convertido esto en un espectáculo? Pues probablemente las autoridades chipriotas y europeas con su indecisión para aplicar los mecanismos que están en contemplados en la legislación y en los protocolos de actuación de un banco central y de un supervisor bancario, para el caso de que no sean el mismo.

Las crisis podría haber sido en un principio de liquidez, aunque ésta ya lo es, pero por culpa de la citada indecisión que está obligando a mantener los bancos cerrados. En tal caso, el BCE debe actuar como lo que es: el prestamista en última instancia, le guste o no. Recapitulemos: el negocio bancario sólo pueden ejercerlo un grupo de entidades autorizadas que se caracterizan por ser las únicas que pueden captar depósitos a la vista. El depósito a la vista es la amenaza permanente a la estabilidad financiera, porque los depositantes pueden retirar su dinero en cualquier momento. Por eso sólo se permite a muy pocas empresas actuar como bancos y a cambio de les promete asistencia financiera si la retirada de depósitos es masiva.

La crisis parece que es de solvencia. Los activos de los bancos chipriotas superan a sus pasivos. El mecanismo aquí es otro: liquidación de la entidad y anticipo desde el correspondiente mecanismo de garantía de depósitos de los importes garantizados a los depositantes. De la liquidación que se cobren los depositantes por la parte que no se les ha anticipado y el garante de los depósitos por el anticipo. Los demás, como nos explicaba muy bien Christian Torres en las páginas de este periódico el pasado día 20, que vayan cobrando respetando el orden de prelación hasta donde llegue.

Hasta aquí: ¿todo teoría? Sí. Pero es la teoría, que se ha aplicado en otras ocasiones y que menores daños comporta. Además, era la teoría sobre el comportamiento esperado de los bancos centrales y de los supervisores bancarios y como tal teoría era la que estaba incorporada a la legislación, los protocolos de actuación y a los procesos de toma de decisiones de los agentes y a los precios de los activos, pero lo que es más relevante: al ambiente de confianza que permite hacer negocios. No era un esquema que asegurase que bajo ninguna circunstancia se producirían pérdidas, sino cómo actuarían las autoridades y quien asumiría dichas pérdidas. Era el escenario previsible para situaciones altamente improbables.

Las autoridades con su indefinición, con su miedo a aplicar las normas de las que ellas mismas se han provisto y nos han provisto, su capacidad para crear enemigos públicos que les justifiquen y su pericia podrán más o menos lidiar con el problema al que ahora se enfrentan. Sin embargo, es muy peligroso lo que están haciendo, porque han creado un mundo de absoluta incertidumbre. Las instituciones, el Estado también, se justifican por la reducción de incertidumbre que producen. La incertidumbre se reduce porque, aunque no podemos prever el futuro, de las instituciones sí podemos esperar unas respuestas y no otras a los sucesos que se nos presentan. Y esto no esto no es contrario a cierta capacidad de adaptación a las circunstancias, pero dentro de un marco. Las autoridades se están cargando el marco en aras de la sobrevalorada flexibilidad. Sin marco, no hay orden. Sin orden, el caos.

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