viernes, 14 de diciembre de 2012

No me llames SAREB, llámame SENPA

Se van cumpliendo los pronósticos sobre la Sociedad de Gestión de Activos Procedentes de la Reestructuración Bancaria (oficialmente la SAREB, el banco malo para todos los demás). Ayer entraron los primeros capitalistas privados que, en conjunto, mantendrán una proporción del capital superior a la del Estado a través del FROB. La intención es clara por parte de nuestro Gobierno: ver si la gran emisión de deuda que tendrá que realizar la SAREB para financiar la adquisición de los 59 mil millones de euros de activos que pretende adquirir de las entidades nacionalizadas, por el momento, no le computa como deuda pública, bajo la excusa de que no controla la sociedad.

En principio, parece dudoso que pueda mantenerse que el Estado no controla la SAREB sólo porque no tiene la mayoría del capital. Bastaría con aplicar a los entes públicos las mismas normas contables que a los entes privados para que no pudiera mantenerse dicha ficción. En cualquier caso, las autoridades están acostumbradas a eso porque, por ejemplo, el pasivo por pensiones no forma parte de su endeudamiento como si lo forma, sin embargo, de las compañías privadas.

La SAREB siempre me ha parecido un invento parecido al antiguo Servicio Nacional de Productos Agrarios (SENPA), que era un instrumento para la ordenación de la producción y distribución, así como para el control de los precios, de los productos agrarios y sus derivados. En este caso, después del desastre al que nos han conducido las políticas públicas incentivadoras del mercado de la construcción (crédito fácil del BCE, regulación de solvencia favorecedora del crédito para la promoción y adquisición de vivienda, incentivos fiscales a la compra y normativa urbanística favorable a la financiación de los entes locales por este mecanismo…) se introduce un nuevo mecanismo político para evitar la corrección inevitable que lleva pidiendo desde hace, al menos, cinco años la libertad de mercado.

Sin la existencia de la SAREB/SENPA, que almacenará en sus silos durante quince años, las entidades se habrían visto obligadas antes a vender inmuebles y la corrección de precios ya se habría producido. Cuantos más impedimentos se ponen a que dicha corrección se realice de manera rápida y profunda, perjudique a quien perjudique, los perjuicios finales pueden llegar a ser peores que lo que se intenta remediar. Algo así como oponerse artificialmente a los fenómenos naturales, en lugar de canalizar su fuerza de manera positiva, en este caso en favor de los que quieran adquirir una vivienda.

La SAREB, además, se convertirá en una nueva institución del tan criticado maridaje entre las autoridades económicas y el sistema bancario. Los representantes de la banca en esta sociedad pueden entrar en conflicto de intereses claros. Es posible que prefieran malos resultados en la inversión que ahora está practicando a cambio de que los mercados no se inunden con los activos adquiridos por esta tenedora de inmuebles. Caídas fuertes de los precios pueden deteriorar sus resultados, en un primer momento, y sus cifras de capital y, por ende, de solvencia en un segundo. Esta especie de SENPA inmobiliario tiene la capacidad, a costa de la prima de riesgo de toda la deuda estatal española (622 mil millones de euros), de sostener la cartera de inmuebles el tiempo que haga falta y no a costa, como suele decirse, del fantástico (que lo es) tipo de interés de la ayuda europea. Lo que no pagamos a la UE, lo estamos pagando varias veces en la contaminación que este nuevo endeudamiento provoca en el, ya excesivo, de nuestro Estado.

La nota de ayer de nuestras autoridades sólo habla de entidades españolas en el accionariado. No es buena noticia. O mejor dicho, es la constatación de que los inversores extranjeros, que también nos habrían venido, no han querido entrar porque exigían otras valoraciones de los activos adquiridos o entrar en el capital con descuento. Sólo las entidades con intereses bien en sostener el mercado inmobiliario español, bien sujetas a la presión de nuestras autoridades, bien las dos cosas, forman parte del accionariado de la SAREB que tanto nos recuerda al dirigismo económico que nunca abandonamos aunque se nos llene la boca con la palabra libertad. Pero es que la libertad tiene consecuencias y no las queremos asumir.

No hay comentarios:

Publicar un comentario