martes, 14 de septiembre de 2010

Los parados ya no son lo que eran

El contenido de este post lo publiqué aquí hace casi un año. En concreto, el 26 de octubre de 2009. Y ya les advertía de algunas cosas que han terminado ocurriendo. Les reproduzco un párrafo de aquel post:

"Es cierto, como afirman el Gobierno y los Sindicatos, que las personas con menores niveles de formación son la mayoría de las que se están incorporando al paro. A partir de aquí se construyen algunas conclusiones que aparentan ser lógicas, que no se dicen en alto, pero se dejan sobrentender: lo que los parados necesitan es formación, y la culpa del paro la tienen muchos de ellos por no haberse formado suficientemente. Y también -¿por qué no?- que no puede considerarse parado al que no reúne los requisitos mínimos de formación para incorporarse al mercado laboral, por lo que, mientras usted reciba formación, no es un parado".

Ayer, el usufructuario de la Moncloa lo dijo de manera explícita: "Debemos tener una visión distinta de lo que es desempleo y empleo. Una persona, cuando está formándose está trabajando para un país…". Esta forma de jugar con las palabras no tiene más intención que jugar con los números. La afirmación es cierta para los adolescentes y los jóvenes, hasta un momento determinado. Posteriormente puede ser aconsejable, o incluso necesario, estudiar, pero un adulto que quiere trabajar y no encuentra trabajo es un desempleado aunque estudie, ya sea por placer o por obligación.

No le quiten importancia a estas afirmaciones del usufructuario de La Moncloa, porque las autoridades terminarán exigiendo un nivel mínimo de estudios para poder considerar a un individuo como parado. El que no lo alcance será un trabajador si tiene trabajo y un pre-trabajador si no lo ha alcanzado, pero nunca un parado. De ese modo, la responsabilidad de la situación de desempleo será de dicho individuo pero no de las autoridades. Estoy de acuerdo en que todos tenemos mucha responsabilidad en lo que nos ocurre, pero entonces no nos diga, señor usufructuario, que usted puede arreglar nuestras vidas. Por cierto, ¿por qué no se retira una temporada a estudiar? No se preocupe por las cifras del paro, usted no cuenta.

Y admítanme un consejo: desconfíen siempre del Gobierno.

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