viernes, 30 de julio de 2010

Lecturas para las vacaciones

Hoy no es que sea viernes. Es que es el viernes por antonomasia. El gran viernes. Por lo menos para mí, que inicio mis vacaciones de manera inmediata a la publicación de este artículo. Los viernes, tradicionalmente, les envío a la biblioteca o a la librería -alguna vez a la videoteca- para que aumenten su cultura económica. Como comienzan las vacaciones, no sólo las mías sino las de muchos de ustedes, les voy a poner una tarea fácil y refrescante, como corresponde a estas fechas.

Muchos de ustedes veranean con ordenador con el que se conectan a Internet con el fin de informarse, pero sin brújula ni rumbo, y así pasan ratos entretenidos. Otros, aunque no lleven ordenador, se conectan igualmente a Internet en algún acceso público en su lugar de vacaciones. Yo les voy a dar un puerto en el que recalar. Vayan a la página web del Instituto Juan de Mariana o a la del Centro Henry Hazlitt, de la Universidad Francisco Marroquín de Guatemala. Encontrarán pequeños y sugerentes artículos científicos sobre lo pernicioso de la intervención estatal en la economía.

En el Centro Henry Hazlitt, autor recomendado en una ocasión es este blog, encontrarán una cita en la cabecera, que viene al uso de lo que padecemos: "El primer requisito de un sano sistema económico es poner el menor poder posible en manos de los políticos, para decidir la cantidad y la calidad del dinero en circulación". Afirmación que no ha habido que llegar al siglo XX para conocer de su bondad en palabras del norteamericano Hazlitt, ni tan siquiera al siglo XVI para hacerlo de las del español Juan de Mariana, sino tan sólo estudiar la Edad Media española en la que las Cortes solían exigir a sus reyes el compromiso de mantener el valor de la moneda. Así, que si quieren hacerme caso, y si no no me lo hagan, que para eso están de vacaciones, visiten las páginas web del Instituto Juan de Mariana y del Centro Henry Hazlitt, de la Universidad Francisco Marroquín, para pasar buenos ratos surfeando por Internet.

Y admítanme un consejo: desconfíen siempre del Gobierno.

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