viernes, 9 de julio de 2010

La soberanía del individuo

Aunque la ecoprogresía suele decir que esta crisis que no acaba es la demostración del fracaso del libre mercado -cuando lo que ha demostrado, precisamente, es que el mercado no es libre-, lo que de verdad ha fracasado es el gigantismo estatal. Es decir, unos estados que nos ofrecen multitud de servicios, más allá de lo razonable y que, por tanto, no son costeables, porque con una presión fiscal mayor se colapsaría el sistema económico. Y, por otro lado, no hay un nivel de presión fiscal aceptable que permita financiarlo.

Con esta reflexión, y como es viernes, me permito recomendarles un texto del profesor canadiense Pierre Lemieux que se llama La soberanía del individuo. El profesor Lemieux indica que la soberanía reside en el individuo y no en el Estado, como parecen defender de manera implícita los partidarios del intervencionismo público. El modelo económico social sueco, que suele ponerse como ejemplo de las bondades del intervencionismo, y que se vino abajo en los años setenta y ochenta, no es para este profesor sino la implantación del fascismo mussoliniano sobre una población más apta para el mismo que la italiana, que suele ser algo indisciplinada.

Así, la soberanía del individuo se identifica con los derechos del hombre y, a partir de aquí, el autor intenta mostrarnos las implicaciones que esto tiene en las funciones del Estado -que hoy parecen infinitas- y en su financiación. Esto le permite interesantísimas reflexiones sobre temas como la seguridad social o la fiscalidad. Temas que en los próximos meses se revisarán en profundidad porque los estados occidentales están exhaustos financieramente. Para muestra, un botón: la Unión Europea ya habla de jubilación a los setenta. Si quieren construirse una buena base científica para comprender porque tenemos que desmontar este estado y hacerlo más pequeño para que esté al servicio del individuo y no lo tiranice, léanse el texto del profesor Lemieux, La soberanía del individuo.

Y admítanme un consejo: desconfíen siempre del Gobierno.

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