miércoles, 28 de julio de 2010

La irresponsabilidad en el sector público

Existe diferencia entre los errores en el sector privado y en el público. Para muestra, un botón: BP, la compañía inglesa de petróleo, ha perdido en el segundo semestre de 2010 13.200 millones de euros como consecuencia de las indemnizaciones de 23.000 millones de euros que se ha comprometido a desembolsar por el vertido realizado en el Golfo de México. Ahí es nada. La cotización de las acciones de la compañía ha caído en un 50% desde que comenzó el problema de dicho vertido. Ayer mismo, junto con los resultados que les acabo de comentar, la petrolera comunicaba el cambio de su Consejero Delegado, hombre que llevaba veintiocho años en la compañía y que se ha mostrado especialmente torpe en todo este problema.

Antes de ayer, The Wall Street Journal publicaba una lista de primeros ejecutivos cesados en las principales compañías del sector financiero norteamericano en los dos últimos años, y les aseguro que no era corta. Además, contaba este diario el recorte que ha habido en el uso de aviones privados y otras bagatelas propias de estos empleados de lujo.

En España, en el sector de cajas de ahorros, que nos ha dado y continuará dándonos problemas en los próximos meses, no ha dimitido nadie. Todas las destituciones se han producido por la remoción de los administradores por parte del Banco de España y, por último, las sanciones hasta la fecha, que han sido francamente ridículas, se han circunscrito al caso de Caja Castila-La Mancha. Así, han consistido, únicamente, en cinco años de inhabilitación para el ejercicio de la banca y 150.000 euros de multa para los dos primeros ejecutivos de la entidad.

En el sector público, las consecuencias de haber elegido mal a estos dos gestores -al fin y al cabo era el gobierno regional quien los eligió- no ha tenido consecuencia alguna. Ya no les cuento las de otras actuaciones más graves como insistir en la bonanza económica más allá de lo razonable, la falta de diligencia en la acción de gobierno, o mentir. Ninguna de estas faltas, graves en el sector empresarial, tiene consecuencia alguna para un político. Cambiar de gobierno no sirve para nada si los que cesan no sufren ninguna consecuencia más allá que un periodo, más o menos largo, en la oposición.

Y admítanme un consejo: desconfíen siempre del Gobierno.

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