jueves, 29 de julio de 2010

La expansión del FROB

Ya saben ustedes que la onomatopeya del croar de la rana, FROB, tiene, sin embargo, un sentido preciso en España. Quiere decir Fondo de Reestructuración Ordenada Bancaria, y al paso que llevan las cosas parece que ha venido a quedarse. Se presentó -como todas las medidas del intervencionismo público tendentes a que el mercado no despliegue todos sus efectos- como algo temporal, pero puede terminar por convertirse en definitivo y puede, además, extenderse a otras esferas.

Estos días es posible que hayan ustedes oído hablar de los cambios que puede llegar a imponer el nuevo acuerdo de Basilea, el denominado Basilea III. Estos acuerdos de Basilea no son sino intentos de los supervisores bancarios de las principales economías del mundo para homogeneizar su desarrollo normativo. Hasta ahora, los dos primeros acuerdos se han convertido ya en normativa y, el tercero, todavía en ciernes, amenaza con ello.

Pues bien, antes de ayer se publicó una nota acerca de Basilea III por parte del Banco Internacional de Pagos de Basilea, conocido como BIS, -que es el organizador de estos acuerdos- en el que se daba un paso adelante para consolidar mecanismos similares al FROB de manera permanente. En concreto, se quería habilitar la posibilidad de la toma de participación en los bancos por parte de los supervisores bancarios, cuando estos últimos diagnostiquen problemas en una entidad que no encuentra la posibilidad de obtener el apoyo de los mercados. Así, cualquier entidad que, por error o causa fortuita, atravesara problemas, sabría que en el peor de los escenarios el supervisor bancario se convertiría en su accionista aportándole los fondos necesarios. Los bancos tendrían así siempre la garantía del Estado.

La verdad es que para esto, como decía mi abuelo, no hicimos una guerra. No hemos resistido en Occidente durante setenta y cinco años al fenómeno que fue el comunismo para acabar en un sistema aún peor, en el que la nomenclatura aplica la propiedad privada a los beneficios y la socialización a las pérdidas. Claro que el ejemplo va cundiendo. Adivinen qué sector empresarial ha pedido un mecanismo parecido al FROB. Pues no otro que el de la construcción.

Y admítanme un consejo: desconfíen siempre del Gobierno.

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