viernes, 23 de julio de 2010

Historia de un lápiz

El viernes próximo será el último de este mes de julio, y nos iremos de vacaciones. A estas alturas no puedo hacerles una recomendación bibliográfica que no sea ligera. Así que les voy a indicar que esta semana no vayan ni a la biblioteca ni a la librería, y que se introduzcan en el portal de Internet Youtube -ya saben, ese portal en el que se puede encontrar desde el gol de Iniesta hasta la última aparición del usufructuario de la Moncloa en Rodiezmo-. Una vez en el portal introduzcan tres palabras: Milton Friedman y lápiz. Las dos primeras, como habrán adivinado, corresponden al nombre del Premio Nobel de Economía de 1976 y fundador de la Escuela de Chicago, Milton Friedman.

Si tienen amigos ecoprogresistas no les reconozcan que han visto un video de Milton Friedman pues, para ellos, el profesor Friedman -un simpatiquísimo gran economista con la virtud de ser un gran divulgador de su conocimiento- es poco más que la encarnación del mal. Del mal liberal, se entiende. No les he recomendado hasta la fecha libros de este eminente profesor pues, aunque defensor de la sociedad occidental y de la importancia de la estabilidad económica para alcanzar la estabilidad política, no se interesó por los aspectos antropológicos que fundan los valores en que se basa lo que nos va quedando de libertad desde la Revolución Francesa.

Pero vamos al video que les recomiendo. Se titula Historia de un lápiz. No llega a los dos minutos y medio de duración y les explica, en una magistral lección, cómo el sistema de precios permite que miles de personas cooperen para la producción de una única unidad de un producto -un lápiz- que usted y yo adquirimos. Y todo eso sin políticos ni planificación central. Sólo porque todos ellos, que no comparten ni valores ni objetivos finales comunes, comparten el objetivo intermedio de ganarse la vida para el que necesitan sólo que ninguna autoridad les incomode. Así que, váyanse a youtube.com y tecleen Milton Friedman lápiz. Una lección en dos minutos. Otros, para aprenderla, necesitaron dos tardes y no se enteraron de nada.

Y admítanme un consejo: desconfíen siempre del Gobierno.

No hay comentarios:

Publicar un comentario