viernes, 16 de julio de 2010

El estado servil

Hoy no sólo es viernes, sino que es, además, la Virgen del Carmen, cuya devoción les recomiendo muy vehementemente. Pero vamos a lo que venimos todos los viernes: a acercarnos a una librería o biblioteca en busca de textos que amplíen nuestra formación en temas económicos y anejos. De hecho, el texto que les recomiendo es más bien de temas anejos. Se trata de El estado servil, de Hilarie Belloc, el escritor anglofrancés que ganó unas elecciones a miembro de la cámara de los comunes, dejándole claro a su electorado que no se merecían un representante como él si lo que le oponían era su confesionalidad católica. Así, a comienzos del siglo XX, fue el primer representante católico en Gran Bretaña desde los tiempos de Enrique VIII. Pues bien, El estado servil se ha vuelto a editar coincidiendo con el centenario de su publicación. El texto no ha dejado de estar de actualidad a través de otros autores como Friedrich Hayek, que lo consideraba una de las fuentes de su reputadísima obra Camino de Servidumbre de la que ya les he hablado, publicada por primera vez en 1944.

La obra es una crítica a la desaparición de la pequeña propiedad o al paulatino proceso de concentración de la misma, que divide a las sociedades modernas en dos grandes grupos: los poseedores y los trabajadores, lo que reduce la libertad de los segundos. Fíjense que no hablo de clases, sino de grupos, porque el señor Belloc no era marxista ni por asomo, no creía en el socialismo, ni era crítico con la institución de la propiedad privada. Más bien al contrario. Lo que sí le parecía a este autor es que la desaparición de las denominadas clases medias, y las dificultades para que los más pobres se pudieran incorporar a ellas, precisamente mediante el acceso a la propiedad, nos conduciría a un mundo menos libre. Piensen para ello sólo en lo que ha supuesto la burbuja inmobiliaria auspiciada por las autoridades occidentales en los últimos años, y verán que no estaba falto de razón. Así que, ya saben, busquen este texto centenario de Hilarie Belloc: El estado servil. Disfrutarán. Mucho.

Y admítanme un consejo: desconfíen siempre del gobierno.

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