martes, 20 de julio de 2010

El BCE y los falsificadores de moneda

Hay que ver a qué límites está llegando la crisis. Resulta que por primera vez, según publica el Banco Central Europeo (BCE), ha descendido el número de billetes de euro falsos incautados por las autoridades. Según este organismo esta es una prueba -la de que se incauta menos- de que se falsifica menos. Pero también podría ser -¿por qué no?- un aprueba de que se falsifica mejor, o de que la policía, aquejada de la reducción salarial que afecta al sector público, trabaja menos. Pero no. Según el BCE, esto es una prueba de que las perpectivas de recuperación económica son mayores. Sí, sí, lo que le digo: el BCE asegura que se falsifica menos porque las perspectivas de recuperación son mejores. Imagino que un 13% mejores, que es el porcentaje en que han caído las falsificaciones.

Así que, ya saben: todos aquellos de ustedes que respondieron al empeoramiento de las circunstancias económicas fabricándose unos billetillos con los que llegar a fin de mes en la cocina de su casa, dejen de hacerlo, que el riesgo no merece la pena ahora que todo comienza a despegar. La verdad es que unas autoridades monetarias que razonan así, no sé si están muy capacitadas para gobernarnos.

Lo que sí ha aumentado es el número de billetes auténticos en circulación. En concreto, durante el mismo periodo, en 13.200 millones de euros. A lo mejor, lo que ha ocurrido es que los falsificadores se están retirando del negocio ante la competencia desleal del BCE, que no hace más que llenar el mercado de dinero que, lógicamente, cada día vale menos y, claro, así no hay falsificador que pueda ganarse la vida ni delinquiendo. Espero que la patronal de falsificadores privados de moneda fiduciaria exija a las autoridades las ayudas necesarias para el proceso de reconversión al que se ve abocado como consecuencia de la actividad descontrolada del BCE, que no hace más que inundar el mercado de euros de baja calidad. Ya sólo faltaría que el BCE fabricase su moneda en China.

Y admítanme un consejo: desconfíen siempre del Gobierno.

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