lunes, 26 de julio de 2010

Conclusiones de los test de estrés

Si son lectores de este blog, está claro que son personas interesadas por la información económica en particular, y político social en general, que probablemente escuchen la radio y lean el periódico casi a diario. Así que a estas alturas, y después de que el viernes a las seis de la tarde el Comité de Supervisores Bancarios Europeos publicara los resultados de los test de estrés de la banca europea, deben estar hartos de comentarios sobre los mismos. En cualquier caso, me van a permitir algunas reflexiones muy rápidas.

La primera se la apunté ya la semana pasada, antes de la publicación de los resultados: no entiendo muy bien que hicieran falta estas pruebas, habiendo información financiera abundante de las entidades, sujeta a unas reglas dictadas por las autoridades, salvo que dicha información se concluya que no sirve para nada. La segunda es el análisis del conjunto de entidades españolas que no pasan los niveles de corte: cuatro sistemas institucionales de protección (SIP) o fusiones frías, como quieran llamarlas, formados por once cajas, y otra caja más, intervenida por las autoridades. Dejemos al margen esta última. Las once primeras, lógicamente, tenían que tener problemas porque si no, no habrían aceptado las fusiones en que se habían embarcado. Lo que refleja el teste es que, a pesar de las ayudas recibidas, continúan con problemas. Además, de estas once cajas, seis son catalanas. Es decir, la mitad de las cajas con más problemas, son catalanas: lo que supera, sin lugar a dudas, la proporción de cajas catalanas sobre el total de las cajas españolas.

Al final, podemos concluir lo siguiente: primero, que la información financiera que se publica sirve para poco, por lo que no sabemos si nos podemos creer lo de los test; segundo, que el problema del sistema financiero español se circunscribe a las cajas, que están, como ustedes saben, dirigidas por políticos; y tercero, que de manera muy especial el problema afecta a las cajas catalanas, probablemente porque sus políticos han sido aún peores que los del resto de España, o han estado dedicados a todo menos al duro y aburrido trabajo diario de gestionar lo que toca.

Y admítanme un consejo: desconfíen siempre del Gobierno.

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