jueves, 22 de julio de 2010

Al pan, pan, y al vino, vino

Pues vayan atándose los machos o, de manera más clara, agárrense la cartera, porque ayer, el usufructuario de la Moncloa, nos anunció en el Congreso de los Diputados que va a pedir a los españoles con más capacidad económica mayores esfuerzos si son necesarios. Esto, dicho en el lenguaje en el que nos entendemos usted y yo, es tan sencillo como que nos van a subir los impuestos a todos. Y digo esto porque ustedes comprenderán que los esfuerzos no se van a pedir, como se dijo, porque entonces tal vez muchos, quizás todos, se negarían a hacer los esfuerzos. Los esfuerzos se van a imponer; por eso se llaman impuestos públicos y no donaciones al erario público.

Lo de la mayor capacidad económica no quiere decir ni los que más ganan ni los que más tienen, por diversos motivos. Primero, por las posibilidades mayores que tienen los de mayor capacidad económica de eludir el control fiscal y, segundo, porque es tan difícil definir de manera, tanto precisa como justa, lo que es la capacidad económica, que al final se irá a lo fácil: los impuestos sobre el consumo, que pagan todos, y sobre la renta, que pagan algunos que todos sabemos. Por último, porque para los políticos lo que puede llegar a ser necesario significa, simplemente, lo que será. Así, que ya saben, si consumen porque consumen y si trabajan por cuenta ajena, los impuestos les van a subir.

Yo no dudo que tal vez sea necesario que paguemos -porque somos responsables de elegir los representantes que elegimos- los excesos de los años de bonanza y la demagogia que ha llevado el gasto público a extremos insostenibles. Sin embargo, me parece que podemos exigir que no se nos mienta con eufemismos y circunloquios. Más que nada porque la claridad crea confianza y una parte de la crisis económica, como tantas veces se apunta, es de confianza. Su recuperación suele decirse que está en el sistema de valores, pero es que no hay sistema de valores alguno si admitimos la mentira. Así que, ya que va a subirnos los impuestos, señor usufructuario de la Moncloa, no nos diga que va a pedirnos nada. Diga que lo va a hacer y hágalo.

Y admítanme un consejo: desconfíen siempre del Gobierno.

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