miércoles, 2 de junio de 2010

Que alguien frene el endeudamiento

La semana pasada ya les avisé de la inestabilidad de los mercados -especialmente del español- en las próximas semanas, y del aumento de las primas de riesgo de nuestra deuda pública que causaría la situación de nuestro sector financiero y la necesidad de endeudamiento del Fondo de Reestructuración Ordenada Bancaria (el FROB) para cumplir con sus compromisos de rescate. Para nuestra desgracia estoy acertando. Ayer nuestra deuda pública a diez años remuneraba a los inversores al 4,33%, un 1,73% más que el bono público alemán a igual plazo, que paga sólo el 2,60%. Lo digo para que comparen lo que nos cuesta la política económica diferencial española: alrededor de 7.800 millones de euros anuales adicionales de intereses o, lo que es lo mismo, casi 180 euros, 30.000 pesetas más, por español y año.

Pero no quiero aburrirles con estos datos sobre la carga financiera que nos supone el inquilino de la Moncloa como contribuyentes, sino como deudores. Ahora mismo, todo el mundo se queja de la falta de crédito en los mercados; pero es que, claro, si el Reino de España paga un 4,33% por el endeudamiento a diez años, comienza a tener poco sentido las hipotecas a tipo variable por debajo del 2%. Es cierto que las hipotecas a tipo variable no tienen el riesgo de que los tipos suban y la entidad se quede pillada en una inversión poco rentable, como sí tiene el bono público. Es decir, como señalan los expertos, el riesgo de tipo de interés es muy inferior en la hipoteca a tipo variable. Pero para favorecer la comparabilidad escojamos nuestro bono público a 30 años, que ya remunera a los inversores al 5,24%, mientras que las hipotecas a tipo fijo a igual plazo todavía se anuncian al 6%, pero por poco tiempo.

No hace falta ser un banquero sagaz para darse cuenta que con una diferencia de sólo el 0,75% y otras ventajas legales que se reserva el Estado para la inversión en sus bonos -como es la posibilidad de financiar las carteras de deuda pública sólo con financiación del público- es difícil que el crédito vaya a particulares y empresas. Consecuencias: los tipos para los deudores privados habrán de subir aún más y el crédito continuará escaso para éstos mientras todas las soluciones sean siempre más de lo mismo: endeudamiento público para ayudar a los sectores en crisis. Lo que necesitamos es que nos ayuden a todos gastando menos, cobrando menos impuestos y ahorrando un poco para reducir su deuda. Sólo con eso, ya saldremos por nosotros mismos.

Y admítanme un consejo: desconfíen siempre del Gobierno.

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