jueves, 17 de junio de 2010

No podemos tener de todo... gratis

Ayer anunció la Ministra de Sanidad, doña Trinidad Jiménez, que los servicios de salud público no son gratis y por ello, aunque descarte el copago, entregará a los usuarios una factura, que no han de pagar, en la que se refleje el coste de los servicios que han recibido. La finalidad de la factura que no se pagará, es que los usuarios sean conscientes del coste que suponen los servicios que reciben, con el fin de que no abusen de ellos. A mí, esto de la facturita de la señorita Trini me suena a broma. No creo que la medida conciencie a nadie ni reduzca el gasto público. Al principio las facturitas de la señorita Trini nos producirán morbo, como las del taller cuando tenemos seguro a todo riesgo. Pasado un tiempo, no nos darán ni frío ni calor.

La reducción del gasto público sanitario en particular y del gasto público en general, requiere un cambio de la mentalidad que han alimentado los políticos profesionales para hacerse con el poder. El cambio es tan sencillo como que todos nos preguntemos eso que se preguntaban nuestros abuelos siempre que les daban algo gratis: ¿Y esto quién lo paga? Tenemos que entender que no existe la barra libre de servicios públicos, por razonable que nos parezcan dichos servicios, por la misma razón que materialmente no puede ser que tengamos todo lo que nos apetece, porque no lo podemos pagar. ¿Que es injusto que otros puedan pagarlo? Pues no lo sé, pero impidiendo a los que pueden económicamente más adquirir lo que desean, nosotros no mejoramos nada. Lo demás es fomentar la envidia y la lucha de clases, que es lo mismo.

El Estado debe dejar de proveer los servicios públicos, de darlos por debajo de su coste a los ciudadanos, y debe dejar de cobrar impuestos por los mismos. Los ciudadanos deberemos responsabilizarnos de adquirir en el mercado muchos de los actuales servicios públicos. Aquellos servicios mínimos que se definan como esenciales deberán ser asegurados por el Estado para los ciudadanos más desfavorecidos, pero asegurados no quiere decir producidos ni provistos. Asegurados quiere decir que a nadie le faltará ese mínimo porque el Estado se lo pagará, pero no se lo facilitará. Ése es el mandato constitucional. No más. Más es un lujo que, además, nos esclaviza.

Y admítanme un consejo: desconfíen siempre del Gobierno.

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