martes, 29 de junio de 2010

Las recetas del G-20

Ya ven ustedes que este fin de semana último han estado reunidos los líderes del G-20 para ver, si en un ratito, arreglan lo que costó años -tampoco muchos, pero años- destruir. Cuando hablan de banca y de mercados financieros -uno de los temas que más les preocupan-, todas sus alternativas giran en torno a tres opciones, sin que se atrevan a elegir ninguna en concreto. Están, por así decirlo, en una parálisis permanente que dura ya tres años, salvo para, de vez en cuando, aprobar un paquete de ayudas que aumente el déficit público y evite una quiebra inminente de alguna institución pública o privada.

Pero analicemos las posibilidades. La tasa Tobin, en principio un impuesto a la compra-venta de divisas, aunque se puede ampliar a cualquier transacción del mercado financiero, pretende reducir el número de operaciones especulativas, pues el importe cobrado desincentivaría las de muy corto plazo. No es la peor de las opciones para que los estados recauden -que andan muy necesitados-, pero reduciría la liquidez en los mercados y haría caer los precios de muchos activos financieros, ante las dificultades añadidas por dicha tasa para su venta.

Las exigencias de más fondos propios a la banca, es decir, de nuevas aportaciones de nuevos socios o de los antiguos como modo de aumentar su solvencia, es la solución evidente pero casi imposible porque, dado como están los bancos, es difícil conseguir dichas aportaciones. El aumento de la solvencia, en vez de aumentando los fondos propios, puede venir por reducir los ajenos, es decir, el endeudamiento de los bancos, pero eso reducirá el crédito al sector privado que quieren mantener, a toda costa, unos gobernantes que han emborrachado de liquidez a las empresas y a los bancos.

Por último, la propuesta española: aumentar los fondos de garantía de depósitos. Esta propuesta lo que intenta es ocultar que las autoridades centrales quebraron estos fondos gestionados por las autoridades, con contribuciones privadas al comienzo de la crisis. ¿Y cómo los quebraron? Pues muy sencillamente: aumentando las cantidades cubiertas -en el caso español por cinco- sin el correlato de aumentar las contribuciones. En el fondo imaginen qué pasaría si las autoridades exigieran a las compañías de seguros aumentar varias veces los capitales asegurados sin subir las primas. Pues eso es lo que se hizo. Como ven, la cosa está difícil, pero tampoco se preocupen mucho porque recuerden que su suerte depende más de ustedes que de este grupo de vanidosos que dirige el mundo.

Y admítanme un consejo: desconfíen siempre del Gobierno.

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