viernes, 18 de junio de 2010

Boom Bust. Del auge a la depresión

Pues nos vamos acercando al verano, aunque hay días que a uno le parece que estamos retrocediendo, a la vista del comportamiento del tiempo atmosférico. A ver si llega el calentamiento global del planeta y podemos comenzar a disfrutar de las excelencias del verano. Pero, como de momento es viernes, yo les envío otra vez a la librería o a la biblioteca a por un libro de Fred Harrison, con un título un poco complicado: Boom Bust. Del auge a la depresión ,y que se subtitula El precio de la vivienda, el sistema bancario y la depresión de 2010, por lo que, como suponen, está muy de actualidad.

Lo más interesante del texto es que es una demostración de que las autoridades no escuchan a los economistas cuando éstos son ortodoxos y no contaminan sus análisis de ideología. Gordon Brown, recientemente desalojado de la presidencia del gobierno británico y laboralista, no hizo caso a Harrison que le pronosticó la debacle económica de los mercados inmobiliario y bancario. El texto, publicado por primera vez en 2005, no sólo predijo la catástrofe y explicó los mecanismos de transmisión de la misma -que al fin y al cabo ya eran conocidos- sino que predijo el momento, cosa que tiene más mérito y, humildemente, no siempre me parece posible.

Ahora el libro se reedita como una suerte de texto arqueológico, que señala las vergüenzas de los políticos que quisieron continuar a ver si esto se arreglaba sólo. A pesar de las críticas que los socialistas suelen hacer a la mano invisible del mercado de Adam Smith, la verdad sea dicha que ellos son los que más creen en la misma. Siempre creen que sus errores serán corregidos por dicha mano. Al final, la mano actúa, pero en lugar de dar un ligero giro, como el de una dirección asistida, da un volantazo porque nos salimos de la carretera. El problema de los volantazos ya lo conocen: el coche, en ocasiones, vuelca, y se acabó la fiesta. Así que ya saben, échenle un rato de lectura al texto de Fred Harrison, Boom Bust. Del auge a la depresión, y no desprecien en prólogo que explica las circunstancias en que el texto, como otros muchos, pasó desapercibido en su primera edición para las autoridades económicas occidentales.

Y admítanme un consejo: desconfíen siempre del Gobierno.

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