lunes, 28 de junio de 2010

Aclaración sobre el dinero de españoles en el extranjero

El pasado jueves les hablé sobre la polémica de la fuga de capitales españoles al extranjero. Mi análisis fue políticoeconómico, es decir: analicé las consecuencias y las causas en una economía nacional, de la salida de capitales al exterior. Hoy, lo que quiero es centrarme en los aspectos legales y fiscales de la tenencia de fondos en el extranjero por parte de españoles, porque en los últimos días he oído muchas tonterías.

La legislación española permite a los españoles, residentes o no residentes en España, tener depósitos bancarios fuera sin autorización previa de las autoridades españoles. Las obligaciones de un español residente en España que invierte en el extranjero sus ahorros, se circunscriben a declarar los ingresos que dichas inversiones le producen, y a pagar los impuestos correspondientes. Además, tiene la obligación de comunicar a las autoridades españolas los movimientos de dinero en efectivo. Nada más.

Un español puede llevarse el dinero fuera, además de porque no le gusta cómo está España, porque tiene la intención defraudadora de no pagar impuestos. Pero esta motivación de tipo fiscal es independiente de la primera, que responde al derecho a invertir su patrimonio como mejor quiera. Luego se habla mucho de dinero negro. Conviene separar aquí dos orígenes distintos para el dinero que un particular pretende ocultar al control de las autoridades.

Un origen puede estar en ingresos ocultados al fisco que, bajo mi punto de vista, no deja de ser una infracción de tipo administrativo, aunque pueda llegar a tener carácter penal; y otro origen puede estar en ingresos cuyo origen está en actividades ilegales y muy perseguidas por todos los países occidentales como el narcotráfico, las redes de explotación sexual o el terrorismo. El dinero con este último origen es muy difícil introducirlo en el sistema bancario, en España y en Suiza, porque está, insisto, muy perseguido. Así, que esa bolsa que se ha descubierto en Suiza corresponderá, si acaso, a defraudadores fiscales, y no todos, pero nada más. Lo digo para que no erremos el juicio sobre quiénes son los responsables de esta crisis.

Y admítanme un consejo: desconfíen siempre del Gobierno.

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