miércoles, 5 de mayo de 2010

Poner puertas al campo

La semana pasada, el Gobierno griego prohibió los cortos sobre su deuda pública. Dicho así, o de otra manera -las ventas en descubierto o las posiciones cortas-, la verdad es que uno no entiende muy bien qué prohibió. Mi opinión es que no prohibió nada, porque es difícil poner puertas al campo y la prohibición de que les hablo tiene esas características. Los intermediarios realizan operaciones en las que generan posiciones cortas como modo de especular a la baja, es decir, para aprovechar las caídas en el corto plazo del precio de un activo. Hay muchas maneras de generar una posición corta. Les cuento algunas.

Una es pedir prestados, por ejemplo, bonos griegos si uno cree que van a caer de precio, y venderlos inmediatamente. Como hay que reponerlos al prestamista, lo que se pretende es recomprarlos por un precio inferior antes de su restitución. Otro modo es prestar dinero a un tercero, exigiéndole como garantía bonos griegos, por ejemplo, e inmediatamente vender los bonos que nos ha dejado en garantía con la intención de recomprarlos más baratos antes de su devolución. Otro modo es simplemente vender los bonos griegos pactando la entrega de los mismos en una fecha futura en la que se recibirá el precio. En este caso, hay que comprarlos antes de la venta y lo que se espera es, de nuevo, hacerlo más barato de a lo que se han vendido.

Se me ocurren otros modos y a los operadores en los mercados, muchas más. Por eso es difícil controlarlo. Pero además, prohibir la operación ya demuestra que el propio gobierno griego no confía en el precio futuro de su deuda, porque si estuviera seguro de que sus bonos subirán de precio, dejaría a los desalmados especuladores hacer la operación y equivocarse sufriendo cuantiosas pérdidas. En España se prohibieron las posiciones cortas en depósitos en pesetas en 1992 y, al final, hubo que devaluar tres veces entre junio de ese año y la primavera de 1993, y por un 25%. La verdad es que aprendemos poco de la Historia.

Y admítanme un consejo: desconfíen siempre del Gobierno.

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