lunes, 10 de mayo de 2010

El problema no es de deuda

Ya ven la semana que hemos pasado: una caída de casi el 14% en el índice bursátil Ibex 35 y un incremento de la prima de riesgo española que la ha puesto en máximos históricos. Nunca España, desde que pasó a formar parte de la unión monetaria, había pagado tanto por su deuda pública en términos relativos. Ahora, los principales dirigentes europeos y mundiales están muy azorados intentando solucionar el problema que califican de falta de confianza, y apuntan a una medida que es difícil que dé los resultados que esperan: un fondo de apoyo a los países en problemas financiado por los demás. Esto no es solución. El problema de España es un buen ejemplo de por qué.

No es nuestro Estado el más endeudado, pero el ritmo de crecimiento de su déficit, la cantidad en que se incrementa nuestra deuda todos los años porque los ingresos públicos son menores a los gastos, siembra dudas sobre la capacidad de España de devolverla. Dicho para andar por casa: un rico puede deber mucho, aunque gaste mucho, si sus ingresos le dan para pagar sus elevados gastos y aún le sobra para hacer frente a los intereses de su deuda y un poco más. Un pobre no puede deber aunque gaste poco, si sus ingresos apenas le dan para cubrir sus necesidades. No se trata pues de que haya un garante de la deuda pública emitida en Europa, como parece que se pretende ahora. O siguiendo con el ejemplo, de que los ricos avalen a los pobres. Se trata de saber si, una vez descartada la capacidad de los pobres de hacer frente a sus compromisos, los ricos podrán asumir los mismos.

En términos más técnicos, los mercados se preguntan si los garantes de la deuda de los países con problemas podrán hacer frente a la misma. Crear fondos y avalarnos los unos a los otros no servirá de nada si al final no se puede pagar la deuda. Por lo tanto, el problema no es de deuda -cuánto debemos y quién- sino de déficit -¿se podrá pagar?-. Las medidas que necesitan los mercados para recuperar la confianza son de austeridad. No les vale que los estados refinancien continuamente su endeudamiento; quieren ver que gastan menos que ingresan y que pueden pagar. Es decir, que ellos -los mercados-, que somos usted y yo como partícipes de un fondo de pensiones o de inversión, por ejemplo, pueden recuperar su inversión.

Y admítanme un consejo: desconfíen siempre del Gobierno.

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