miércoles, 7 de abril de 2010

¡Qué vergüenza, sr. Pangalos!

La desvergüenza de los políticos puede llegar a no tener límites. Para ello sólo tienen que seguir las declaraciones con que los gobernantes griegos vienen obsequiándonos, cada vez que los gobernantes alemanes se muestran, o al menos eso parece, más reacios a hacer frente al desaguisado de la deuda griega. Ahora le ha tocado al señor Pangalos, viceprimer ministro griego, que acusa a Alemania de racismo al no querer ayudar a su gobierno, además de buscar aliados provocando el resentimiento de portugueses y españoles a los que nos vaticina el mismo problema: no podremos pagar nuestra deuda y, además, Alemania tampoco nos ayudará.

Mire usted señor Pangalos, lo mejor que le puede ocurrir a su gobierno es que España y Portugal no amenacen con ir a peor porque será más fácil, dado el tamaño de su nación, que reciba ayuda si todo se circunscribe a ella. No va a recibir su gobierno más ayuda, insisto, si se empeñan en extender su problema. Pero usted, además, asume una responsabilidad moral tremenda porque está encendiendo los odios dentro de la Unión.

Así, aunque le parezca mentira al político griego, puede empezar hasta una guerra civil, pero de las de verdad, como en Yugoslavia. No juegue con los complejos morales que todavía pueden subsistir entre los alemanes ni con la demagogía fácil cuando afirma que los griegos son muy trabajadores pese a lo que piensen los alemanes, porque los alemanes no han hablado nada de si los griegos son trabajadores o no. Nadie en la Unión Europea ha mentado, salvo usted señor Pangalos, si los griegos son más o menos altos, más o menos morenos o más o menos trabajadores. De hecho, nadie habla de griegos sino de su gobierno que se ha sobreendeudado y ahora, eso sí, los griegos tendrán que pagarlo porque son los responsables de haber elegido al gobierno que les gobierna. Y el gobierno que les gobierna, entre otras cosas, ha ocultado a la Unión Europea su situación contable durante años, incluso acudiendo a la contabilidad creativa. Ahora, por lo menos, no engañe más a su electorado que ya tiene bastante con tener que hacer frente al despilfarro de ustedes, y déjeles que elijan a otros. Como ven, los políticos se parecen mucho en todas las lenguas.

Y admítanme un consejo: desconfíen siempre del Gobierno.

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