miércoles, 28 de abril de 2010

Apoyamos (España) a Grecia

Ya saben ustedes, porque casi no se habla de otra cosa en lo referente a finanzas internacionales, que la Unión Europea está estudiando las ayudas a Grecia con la finalidad de evitar que este Estado presente suspensión de pagos. La verdad es que sobre este tema es difícil estar al corriente, porque por la mañana parece que ya se han acordado los apoyos, y por la tarde te meriendas con que se lo están pensando. Ahora mismo creo que Alemania lo tiene parado, porque esa fracasada que dirige la nación teutona ha dicho que antes Grecia tiene que dar muchas garantías, y porque su gobierno, el alemán, tiene luego que revisarlo todo.

El usufructuario de La Moncloa, sin embargo, como dirige una nación que está más allá de la primera división, anunció desde el primer momento que España apoyaría al gobierno griego con 3.600 millones de euros. La forma de actuar lo dice todo. Los mercados financieros han comenzado a atacar ya a los bonos portugueses, en el convencimiento de que si ya casi se ha obtenido el apoyo a Grecia -lo que les reportará un gran beneficio: bonos a altos tipos con garantía europea- podrán conseguir dicho apoyo también para el caso luso. Y luego para el caso español. Pero nunca lo intentarán con Alemania, porque su actitud hacia el dinero público demuestra seriedad y que sus cuentas públicas serán siempre razonables, por lo que no necesitarán apoyo.

La actitud española ya genera la desconfianza que el Gobierno español intenta disipar, y el convencimiento de que sólo un apoyo nos salvará, porque gastando con esa alegría no hay cuentas públicas que aguanten. Lo más grave es que estos apoyos muestran la debilidad de las autoridades que, antes que asumir una suspensión de pagos, prefieren cargar a sus ciudadanos en favor de eso que llaman especuladores: unos individuos que lo único que hacen es hacer dinero con los errores de dichas autoridades. La próxima vez que un político se queje de los mercados o de los especuladores, dígale que no les dé de comer con cargo a su bolsillo. Todo lo demás está de más.

Y admítanme un consejo: desconfíen siempre del Gobierno.

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