miércoles, 17 de marzo de 2010

El Gobierno británico y la Unión Europea

Pues éste que leen hoy es mi artículo número 100 en este espacio que algunos me han pedido que rellene con las peregrinas ideas que sobre Economía, con la excusa de la actualidad, se me vienen ocurriendo. ¿Y de qué quiero hablarles hoy? Pues de la polémica que tiene montada el Gobierno laborista británico a propósito de un informe de la Unión Europea que dice que dicho Gobierno es muy optimista sobre el futuro del crecimiento económico de Gran Bretaña y que será difícil, como pretende, que reduzca a un 3% de su Producto Interior Bruto su déficit, que anda por el 12% (poco más alto que el español y sólo superior al griego).

La Unión Europea le pide más reducción del gasto público y el Gobierno británico dice que tal reducción pone en peligro el crecimiento económico. En pocas palabras, el Gobierno de su Graciosa Majestad ha contestado que no tienen ni idea, y en Londres se ha montado, no sé si la de San Quintín que decimos, o dado que son ingleses mejor habría que decir la de San Crispín. Pues como ustedes sabrán en ambas batallas, las celebradas los días de San Quintín y de San Crispín, los perdedores fueron los franceses y los vencedores los españoles en la primera, y los ingleses en la segunda.

Pero vamos a lo que vamos. La oposición conservadora, o Tory, como gustan allí de decir, afirma que los eurócratas llevan razón y que es el Gobierno el que no tiene ni idea. Lo que supone un cambio de posición respecto de Europa, pues los conservadores son, por lo general, más euroescépticos que los laboristas. En cualquier caso, el encaje de la Unión Europea en la política económica de los estados comienza a ser un problema, porque o le damos autoridad o mejor que no opine, con independencia de la bondad o no de sus juicios. En mi opinión, cuantos más gobiernos haya en Europa mejor, al menos podemos comparar e incluso, con un poco de suerte, irnos si no nos gusta. Pero en cualquier caso, del rifi-rafe entre laboristas y conservadores ustedes pueden sacar dos conclusiones: o bien que los laboralistas en el gobierno son igual en todas partes, o bien que la condición humana es igual en todas partes. ¡Quédense con la que más les guste!

Y admítanme un consejo: desconfíen siempre del Gobierno.

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