lunes, 1 de marzo de 2010

La sobreprotección

Algunos de ustedes me preguntan si preveo un recrudecimiento de la crisis financiera. Algo así como una réplica tras el terremoto. La verdad es que soy poco amigo de pronósticos, pero no creo que las actuaciones de las autoridades hayan sido algo más que meros maquillajes. Hay indicios que no me hacen ser optimista, como la situación de sobreendeudamiento de determinados estados que pueden ponerlos al borde de la bancarrota, o las noticias de que Soros está apostando contra el euro. Pero no dejan de ser rumores.

Lo que, sin embargo, sí me parece preocupante son los ataques a las más elementales normas del derecho privado y de la propiedad privada que pueden acabar totalmente con la sociedad occidental, con la excusa de protegerla. Así, el presidente Obama pretende paralizar las ejecuciones hipotecarias con una ley aparentemente bien intencionada que terminará, si se aprueba, por paralizar totalmente, a su vez, el mercado de crédito hipotecario con innumerables consecuencias indeseables.

De momento, el valor de los préstamos hipotecarios de las entidades financieras caerá en picado, lo que afectará a su valor y a la confianza de los depositantes de dichas entidades. Esto podría desatar un pánico financiero mayor que el de hace un par de años, y que se está sosteniendo con ayuda y financiación pública casi ilimitada, o que el de 1929. Desaparecerá, de llevarse a cabo la medida, el crédito para el mercado inmobiliario, dado que la seguridad jurídica habrá desaparecido previamente a su vez, y tan sólo se cruzarán operaciones al contado, con la consiguiente caída en picado de los precios, lo que incentivará aún más al impago de las operaciones anteriores a este supuesto crack. La ausencia de demanda de vivienda, ante la falta de crédito, podría reducir aún más la actividad constructora.

Nada de lo que digo dejará de ocurrir si la medida que se ha sugerido desde la Casa Blanca es aceptada, porque nadie va a prestar si las consecuencias del impago son las mismas que las del pago, las entidades no pueden hacer frente a sus obligaciones con sus depositantes o si sólo se pueden comprar viviendas al contado. Los actos tienen consecuencias. En política también, aunque las pague el próximo gobernante o la próxima generación.

Y admítanme un consejo: desconfíen siempre del gobierno.

No hay comentarios:

Publicar un comentario