miércoles, 3 de febrero de 2010

La reforma de las pensiones

Ya sabía yo que el Gobierno no me iba a defraudar. Recordarán (y lo pueden leer si quieren) que el lunes hablé bien de él a propósito de la ampliación de la edad de jubilación. Pues bien, me precipité. Algunos dirán que lo hice aposta para cargarme de argumentos y atizarle ahora más fuerte. Pues no señores, no es así. No es mi forma de actuar, pero podría serlo si fuera presidente del Congreso y expresidente de Comunidad Autónoma. Actué de buena fe, porque no me cabe duda de que la reforma de las pensiones requiere, entre otras cosas, un alargamiento de la vida laboral. Y es que, como ha dicho la ministra de Economía, la demografía en España no es la de hace veinte años. Claro, porque entre otras cosas se han promovido desde el poder políticas antinatalistas.

Pero vamos al tema. Ahora el Gobierno dice que lo del alargamiento está sujeto a debate, y como los líderes de las organizaciones de liberados sindicales ya han dicho que les parece mal, pues esta puede ser otra reforma interrumpida voluntariamente por el Ejecutivo. La reforma de las pensiones requiere un alargamiento de la vida laboral, puesto que la vida natural se ha alargado; requiere que se tomen en consideración todas las cotizaciones que ha hecho el individuo a lo largo de su vida, para que tenga incentivos en todo momento -y no al comienzo o al final-, a cotizar por lo más que pueda; y requiere que la pensión se asemeje más a un derecho de carácter patrimonial (como ocurre con las privadas) que impida a los gobiernos de turno rebajárnosla como modo de solucionar sus imprevisiones.

Esto, como poco. Porque podríamos ir a un programa de máximos y exigirle al Gobierno que entregue a la gestora que nosotros elijamos deuda pública por el importe de nuestras aportaciones pasadas, y que saque para siempre sus sucias manos de nuestras pensiones. Entre medias, podríamos ir a un procedimiento de pensión mínima para todos, traslado a gestoras privadas de los excesos sobre el mínimo aportado hasta la fecha y, a partir de aquí, el que quiera más que aporte más, pero de nuevo: menos Estado y más responsabilidad de los individuos. Eso sería quitar importancia a los políticos, que para una inmensa parte de la población se han convertido en los individuos que pueden arreglar tu vida. Claro que sólo la material y, además, es falso. Son los individuos que pueden hundirla. Sólo eso.

Y admítanme un consejo: desconfíen siempre del Gobierno.

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