lunes, 22 de febrero de 2010

La garantía de la Deuda Pública

La verdad es que economía no se aprende en dos tardes. Ni siquiera en los cinco años que duraba antes una licenciatura o los cuatro que lo hace ahora un grado. El usufructuario de la Moncloa nos lo demuestra continuamente con sus declaraciones. El viernes arremetió, porque las declaraciones que hizo no pueden considerarse como otra cosa, contra los mercados. Y lo hizo en Londres, la City, donde se gobiernan las finanzas en Europa. En concreto el usufructuario dijo que era una contradicción que los mercados, beneficiarios de las ayudas públicas para evitar el colapso del sistema financiero, fueran los que exigieran ahora la reducción del déficit público. Y lo argumentaba porque eran los beneficiarios de aquellas, las ayudas, que eran el origen de éste, el déficit.

Lo primero que habría que explicarle al sujeto que nos gobierna es que el mercado o los mercados no son las entidades financieras, sino que las entidades financieras desarrollan su actividad en el mercado, pero no son las únicas. En el mercado financiero actúa mucha más gente que los bancos o las aseguradoras que han recibido ayuda en el exterior, o las cajas que la han recibido en el interior. Actúan, entre otros, todos los que tienen deuda pública española y aspiran a cobrarla. Y como acreedores exigen que sus créditos estén suficientemente garantizados.

¿Y quiénes tienen deuda pública española? Pues muchos extranjeros, pero no gente rica que veranea en los mejores sitios y se codea con gente chic como el Presidente de nuestro gobierno, sino centenares de miles de partícipes en fondos de inversión y de pensiones que exigen a sus gestoras que rentabilicen sus ahorros, compañías de seguros que responden de los seguros de vida, hogar o de automóvil de los particulares, o bancos o cajas, nacionales o extranjeros, que tienen que devolver sus depósitos.

Por otro lado, ustedes, los gobernantes, han dado las ayudas a algunos de los agentes que operan en los mercados, pero no a todos. Usted, usufructuario de la Moncloa, exíjales, en todo caso, a los beneficiarios de las ayudas, esa coherencia que podría haberse aplicado usted no ayudando a los poderosos. Claro, que vistas sus declaraciones, uno sospecha que usted no sabe ni a quién le da el dinero. Comprenderá ahora entonces los temores, ¿o tampoco?

Y admítanme un consejo: desconfíen siempre del Gobierno.

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