lunes, 15 de febrero de 2010

La conspiración financiera

La verdad es que mantener un blog sobre economía en estos tiempos en España, y querer estar al margen de la polémica política de bajos vuelos que practican nuestros responsables políticos, en el Gobierno y en la oposición, es difícil. Como saben ustedes, la deuda pública española está sufriendo en los mercados financieros una importante presión vendedora. Es decir: que pocos desean tener papelitos aceptados por nuestro Gobierno y practican el pasa la bola o tonto el último con dichos papelitos, intentando hacerlos cada vez más atractivos mediante la rebaja de su precio en cada nueva transacción o, lo que es lo mismo, haciendo que suba el tipo de interés al que se remunera dicha deuda.

Este movimiento no se circunscribe sólo a la deuda pública, sino también a todo tipo de activo financiero emitido por españoles: ya sea deuda privada o participaciones empresariales. Así, el Ibex-35 lleva una caída acumulada de más del 14% en lo que va de año, y van seis semanas, por utilizar el indicador más popular. El Gobierno ha respondido a esta presión vendedora sobre nuestros activos financieros con división de opiniones, como en los toros y como suele tenernos acostumbrados: unos, que no viajan y hablan de cara a la galería española, apuntan hacia la confabulación de los especuladores, mientras que otros, los que viajan para recabar el apoyo de los inversores extranjeros, dicen que no hay tal confabulación.

Hablando de los especuladores, ya les he contado alguna vez que son el chivo expiatorio que, como saben, es el mejor amigo del hombre en palabras del profesor Rodríguez Braun, de los errores de los gobiernos. Más cuanto más ineficaces y populistas son. Ahí tienen a Chávez en la en otra época riquísima Venezuela. Pues bien, nuestro Gobierno para rematar el sinsentido de todo dice que ha puesto al CNI a trabajar para desvelar la trama conspirativa financiera que hay contra España. Dice, porque lo que de verdad ha hecho es decir que ha dicho de cara a la galería de electorado ávido de creer, que los especuladores tienen la culpa de todo, como en otros tiempos creían que las monjas envenenaban las aguas de Madrid. Como esto siga así, Venezuela va a comenzar a parecer un sitio serio.

Y admítanme un consejo: desconfíen siempre del Gobierno.

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