martes, 19 de enero de 2010

Una solución: atizar al banquero

El miércoles pasado les conté que la Reserva Federal de los Estados Unidos, conocida como la FED, había ganado en 2009 la friolera de 46.000 millones de dólares, un 45% más que en 2008, como consecuencia de la asunción del papel de banquero privado por parte de esta institución durante la crisis financiera. La crisis financiera que había provocado la propia FED, como ha demostrado el profesor Taylor de la Universidad de Standford, y que desplazó a la banca privada del ejercicio de su función por miedo a la morosidad. Posteriormente, las autoridades decidieron ayudar al sector, cosa que en esta columna se ha criticado siempre, para evitar –dijeron- su caída.

Estas ayudas suponen en parte un reconocimiento de la culpa de la propia FED en el diseño de una política monetaria equivocada. Los banqueros también tuvieron su culpa porque, borrachos de la liquidez que puso la FED a su disposición durante la última etapa de auge económico se metieron, como se dice vulgarmente, en todo. Y ahora llega el anfitrión de la familia Adams y quiere crear una tasa que grave a los bancos que, por cierto, ya han devuelto casi la totalidad de las ayudas recibidas.

Esto lo hace el señor Obama con un discurso más digno de Chávez que de la presidencia de los Estados Unidos, escandalizándose porque los bancos vuelvan a ganar dinero y a pagar bonos a sus directivos. Ya no sabe uno si quiere que los bancos ganen dinero, paguen impuestos y devuelvan sus ayudas, o prefiere que vuelvan a estar en situación delicada.

El impuesto que se pretende imponer a la banca norteamericana rezuma el prejuicio típico hacia la actividad financiera de muchos políticos. Se desconfía de la actividad financiera como si fuera casi inmoral y, por ello, se justifica que pague más. Ya lo hace cuando gana más, pero no entiendo la razón para que pague más incluso teniendo menos beneficios, que será el primer efecto de la tasa.

Las actividades económicas inmorales se prohíben, pero no se permiten a cambio de un tipo impositivo mayor. Pero claro, siempre es bueno atizar al banquero cuando las encuestas no van como uno esperaba.

Y admítanme un consejo: desconfíen siempre del Gobierno.

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