lunes, 14 de diciembre de 2009

La empanada mental de sindicatos (y demás)

En Madrid ha aparecido una pujante industria de la manifestación, que los fines de semana de todo el año desarrolla una frenética actividad de consumo en bares y restaurantes, venta de bocadillos, refrescos y cucuruchos de patatas fritas, venta de banderas de todo tipo, pegatinas y pines, y otra industria auxiliar conexa, en un área que va desde Atocha en el Sur, a la Plaza de Colón en el Norte, y desde la Plaza de Oriente, en el Oeste -como corresponde-, a la Puerta de Alcalá en el Este.

Esta área, de interés económico sin duda y que merece la declaración gubernamental de zona especialmente protegida para el desahogo ciudadano, sufrió una fuerte conmoción el pasado sábado ante la presencia de menos de 35.000 liberados sindicales que han sumido a la industria de la manifestación en una crisis importante, dado que contaba con una asistencia multitudinaria el sábado para cerrar bien el año. Por lo demás, fueron interesantes las declaraciones de Cayo Lara, coordinador de Izquierda Unida, que habló de cinco millones de parados (cifra que no coincide con las oficiales y que, si es verdad, requeriría que hubiese exigido alguna explicación al Gobierno) y que afirmó, además, que al usufructuario de la Moncloa le falta valor para enfrentarse con los grandes poderes económicos o la banca (pero no dijo nada de las ayudas que el Estado ha aprobado para una parte de este sector, en detrimento de la parte del sector que está sano, y del resto de contribuyentes).

Eso sí, aprovechó para atacar a los empresarios y unirse a las declaraciones de Méndez, que presumió de su legitimidad democrática frente a la de los empresarios que, según él, no los elige nadie, lo que demuestra la empanada mental de estos señores. A los empresarios los eligen todos los días los consumidores a los que están obligados a servir. No tenemos muy claro a quiénes sirven ustedes a parte de a sí mismos. Recuerden que la legitimidad democrática no es suficiente: Adolf Hitler tenía más legitimidad democrática que Oskar Schindler. Con sindicatos como éstos Argentina lleva 70 años de crisis.

Y admítanme un consejo: desconfíen siempre del Gobierno.

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