lunes, 2 de noviembre de 2009

Sobredosis de liquidez

Pues ya ven: los Estados Unidos comienzan a salir del hoyo y España continúa. Claro que algún aprendiz de economista dedicado a gobernarnos dirá que ellos entraron antes, pero ya verán cómo nosotros tardamos más que los norteamericanos en salir. La clave para superar esta situación yo creo que la apuntó el pasado jueves el Banco de España en su informe trimestral sobre la evolución de la economía española: para poder paliar la crisis se han empleado políticas muy expansivas en lo fiscal y en lo monetario.

En términos de andar por casa: le hemos suministrado al enfermo unos buenos chutes de dinero y gasto público en vena, porque se moría. Ahora vive con un tono vital muy bajo, y el problema está en cuándo le podemos retirar las sobredosis sin miedo a que vuelva a recaer. Mi opinión es que eso va a ser difícil: la crisis la provocó una fuerte inyección de liquidez que cuando se intentó retirar por parte de los bancos centrales resultó imposible. El ratito en que el enfermo estuvo sin la liquidez a la que se había acostumbrado fue tan traumático que hubo que volver a inyectársela -y en mayores cantidades- junto con unas buenas dosis de gasto público.

El problema de cómo acabar con un mercado acostumbrado a altas dosis de liquidez es complicado. Ahí tienen ustedes a Japón, que lleva veinte años enganchado a la misma y no sale. Pero está claro que el problema requiere sustraer de la decisión de políticos y técnicos las decisiones sobre la masa monetaria en circulación. Es decir, tenemos que volver a algún tipo de patrón metálico o, ya lo he dicho alguna vez, a la posibilidad de admitir la emisión privada de dinero.

El recorte del gasto público requiere las famosas reformas estructurales que ningún Gobierno hace, no vaya a ser que pisemos callos o que los sindicatos mayoritarios -ese elemento tan reaccionario y perturbador que no sabemos muy bien a quién representa- la líen. En el caso español, y mientras nos gobierne el cabeza de la familia Adams, el riesgo de argentinización, es decir, de incremento del gasto público hasta extremos insostenibles, es muy elevado, y sólo Europa, con sus criterios de convergencia, nos ayuda a poner un poco de orden. Pero no se entristezcan porque seguro que la solución a su problema depende más de usted que de las autoridades. Póngase pues a salir de su particular crisis y saldremos todos.

Y admítanme un consejo: desconfíen siempre del Gobierno.

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