jueves, 12 de noviembre de 2009

¿Ganan demasiado los futbolistas?

Esta semana, con eso de que un equipo modesto ha eliminado a uno más grande -y no doy nombres por no profundizar en la herida-, hemos vuelto con el discurso demagógico de que no hay derecho a que un futbolista gane lo que gana, y todos nos hemos rasgado convenientemente las vestiduras. Lo único que se ha oído decir que tiene sentido es que la culpa la tiene el mercado, pero los que han dicho eso no han caído en la cuenta de que el mercado somos todos.

Los futbolistas en España ganan mucho no porque ellos lo exijan a sus clubes -como podría parecer- y luego los clubes lo repercutan al público, de tal modo que si estuvieran dispuestos a cobrar menos, ir al fútbol sería más barato. Esta forma de razonar de los economistas clásicos forma parte de los errores del marxismo en economía, que ahora que celebramos la caída del Muro de Berlín sabemos que fueron muchos.

La verdad es la contraria: como nos gusta mucho el futbol y estamos dispuestos a pagar altas cantidades por asistir a los estadios, ver partidos en la televisión o por la información deportiva, los clubes disponen de grandes sumas con las que intentan atraer a sus equipos a los mejores jugadores. Dicho de otro modo: no son los costes los que determinan los precios, sino al reves: los precios los que determinan los costes. En el fútbol español los costes son elevados porque los consumidores están dispuestos a pagar altos precios. Si a los españoles lo que les gustara fuera pasar las tardes de los domingos escuchando a dos profesores de filosofía disertar sobre la fenomenología de la escolástica tardía, por decir algo, y la audiencia fuera como la que acompaña hoy un partido de la selección, y los niños vistieran camisetas con el busto de su filósofo favorito, los futbolistas ganarían bien poco y los profesores de filosofía serían multimillonarios.

Vuelvo al comienzo: la culpa la tiene el mercado, pero el mercado no es más que un mecanismo que nos devuelve debidamente ordenadas lo que son las preferencias del conjunto social, y está claro que a los españoles les gusta más el fútbol que el arte románico, la música de cámara o la filosofía tomista. Así, que la próxima vez que alguien se queje de que los futbolistas ganan mucho, pregúntele si los libros le parecen caros. La respuesta le aclarará mucho.

Y admítanme un consejo: desconfíen siempre del Gobierno.

No hay comentarios:

Publicar un comentario