jueves, 29 de octubre de 2009

La verdad sobre las SICAV

Pues como me gustan las causas poco populares, voy a defender a las SICAV o, mejor dicho, voy a defenderlas del populismo de los políticos ahora que el Gobierno vasco, acogiéndose a la moda de hacer demagogia con estas sociedades, ha decidido expulsarlas de su territorio elevándoles el tipo impositivo desde el 1% hasta el 24% o el 28%, según los casos. Es cierto que en Vascongadas no hay muchas de estas sociedades y la medida tiene más un carácter testimonial que real. Personalmente creo que no lo habrían hecho si estas sociedades abundaran en el territorio vasco.

Pues bien, es falso, como se dice a veces, que en las SICAVs los ricos disfrutan de un régimen fiscal mejor que el resto de los particulares. Las SICAV pagan, con la excepción vasca si prospera, sólo un 1% en concepto de impuesto de sociedades, exactamente igual que los fondos de inversión en los que podemos invertir los que no somos tan ricos. Los rendimientos que reciben los propietarios de las mismas tributan al 18% en el IRPF, exactamente igual que los rendimientos que perciben los titulares de fondos de inversión. Nadie puede afirmar, por tanto, que es un régimen mejor que el del común de los ciudadanos. Es exactamente igual. La diferencia entre un fondo de inversión y una SICAV es sólo el número de propietarios: en un fondo es tan elevado que las decisiones de gestión se confían a una sociedad gestora ante la imposibilidad de reunir a todos los fondistas, y en la SICAV son tan pocos que deciden por sí mismos si lo desean.

Sé que algunos me dirán que no es justo tratar igual a los ricos que a los pobres, pero ésa es otra discusión más peligrosa de lo que parece: la discriminación del rico es una de las pocas que está socialmente admitida, en contradicción con el igualitarismo ramplón que nos invade. Otra cosa es que a los políticos les guste periódicamente avivar el odio al rico y al poderoso -por cierto, ¿quién más poderoso que el Gobierno y su Presidente?- como modo de desviar la atención de lo que ocurre, a la vez que deben resguardarse de su propia demagogia. Porque, ¿cuántos miembros del Gobierno, por ejemplo, tienen SICAV actualmente?

Y admítanme un consejo: desconfíen siempre del Gobierno.

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